El cementerio para muchos es la última morada de un ser querido, para otros es su forma de subsistir y ganarse el pan. Mientras estaba visitando la tumba de mi abuelita y mi mejor amigo, se acercó Edwin, un joven de apariencia hippie, me ofreció sus servicios de retoque de lápidas; él trabaja los fines de semana allí y los demás días en donde "tenga suerte".
En otro punto, dos jóvenes caban el hoyo en donde reposarán los restos de la persona que falleció el 24 de diciembre, "el trabajo esagotador" dice uno de ellos, pero agradecemos a Dios que por lo menos lo tenemos para el sustento... deben apresurarse porque les acaban de informar que deben cabar dos hoyos más.
Otros personajes indispensables en el camposanto son los podadores, dos divertidos viejitos que cargan su podadora y por dos mil pesos le prestan el servicio.
Con todo esto, me di cuenta que nuestros seres queridos no se sienten solos en esas tumbas frías, porque siempre están estos personajes que con amor y paciencia hacen que su viaje al más allá sea placentero.
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